Idioma guaraníArtículo principal: Guaraní
Centro de la Plaza de Armas en Encarnación
El guaraní no sólo sobrevivió en el Paraguay y algunas regiones cercanas de los países con que limita, sino que se volvió la lengua que habla casi toda la población de un país sudamericano moderno. Los que lo hablan no son indígenas, son mestizos con cultura hispana usando técnicas de producción, organización social y económica de origen europeo.
Esta situación se debería principalmente a la originaria constitución de la sociedad (71). Como consecuencia de la superioridad numérica de hablantes del guaraní y la relación de parentesco que existía entre españoles e indios, la lengua indígena gozó desde el comienzo de una amplia aceptación social. Esta lengua era la diaria en la vida paraguaya y la aceptación social era paralela a la del español, en contraste a lo que ocurría o ocurre aun en el resto de América donde quien habla la lengua autóctona sufre discriminación racial
La razón por la que los días del guaraní no están aun contados, por la que no ha perdido su fuerza creativa interior, por la que se ha creado una literatura que interesa a sus hablantes, es clara y sencilla: el guaraní ha dejado de ser una lengua india para poder ser el instrumento de expresión de los sentimientos colectivos de un pueblo que pugna por ser parte de la vida occidental
El guaraní dejará de hablarse el día que esté agotada su capacidad de adaptación a los tiempos modernos para seguir interpretando en el campo semántico las necesidades a que la cultura actual le ha confinado, las singularidades intransferibles de un pueblo que todavía se siente ligado a un pasado ancestral, porque se ha constituido -precisamente por haber sido tradicionalmente la lengua vernácula de todas las clases sociales- en una suerte de fundamento del patriotismo local.
La aceptación social que siempre tuvo el guaraní sigue hasta hoy en día, incluso va creciendo últimamente por su uso en educación, medios de comunicación, y su reciente promulgación como lengua oficial del país. Sin embargo, siempre hubo y hay hasta ahora quienes -primero desde el poder colonial y luego desde los gobiernos independientes- pretendieron y hasta ahora pretenden denigrarlo y desplazarlo, usándolo solamente cuando se requiere la cooperación del pueblo, por ejemplo, en caso de guerra o en época de elecciones.
En los últimos cincuenta años, respecto al idioma guarani, el cambio de actitudes ha sido muy sensible a favor del avañe'ê. En efecto, en la actualidad la población paraguaya aprendió a valorar al Guarani pero ello se debe a la labor desarrollada por meritorias instituciones que se han dedicado a su promoción y difusión, así el Ateneo de Lengua y Cultura Guarani, el Instituto de Lingüística Guarani del Paraguay y la Licenciatura en Lengua Guarani de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción. También merecen ser recordados destacados guaraniólogos como Moisés Santiago Bertoni, Narciso R. Colmán, Juan Francisco Recalde, Reinaldo Julián Decoud Larrosa, León Cadogan, Dionisio González Torres, Almidio Aquino, Pedro Moliniers, David Galeano Olivera, Ida Genes, Sabino Giménez, Rudi Torga, José Valentín Ayala, Miguel Angel Yegros, Félix de Guarania, Modesto Romero Cueto, Carlos Ferreira Quiñónez, María Elvira Martínez de Campos, María Eva Mansfeld de Agüero, Jorge Antonio Amarilla, Ramón Silva y Lino Trinidad, entre otros.
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El guaraní no sólo sobrevivió en el Paraguay y algunas regiones cercanas de los países con que limita, sino que se volvió la lengua que habla casi toda la población de un país sudamericano moderno. Los que lo hablan no son indígenas, son mestizos con cultura hispana usando técnicas de producción, organización social y económica de origen europeo.
Esta situación se debería principalmente a la originaria constitución de la sociedad (71). Como consecuencia de la superioridad numérica de hablantes del guaraní y la relación de parentesco que existía entre españoles e indios, la lengua indígena gozó desde el comienzo de una amplia aceptación social. Esta lengua era la diaria en la vida paraguaya y la aceptación social era paralela a la del español, en contraste a lo que ocurría o ocurre aun en el resto de América donde quien habla la lengua autóctona sufre discriminación racial
La razón por la que los días del guaraní no están aun contados, por la que no ha perdido su fuerza creativa interior, por la que se ha creado una literatura que interesa a sus hablantes, es clara y sencilla: el guaraní ha dejado de ser una lengua india para poder ser el instrumento de expresión de los sentimientos colectivos de un pueblo que pugna por ser parte de la vida occidental
El guaraní dejará de hablarse el día que esté agotada su capacidad de adaptación a los tiempos modernos para seguir interpretando en el campo semántico las necesidades a que la cultura actual le ha confinado, las singularidades intransferibles de un pueblo que todavía se siente ligado a un pasado ancestral, porque se ha constituido -precisamente por haber sido tradicionalmente la lengua vernácula de todas las clases sociales- en una suerte de fundamento del patriotismo local.
La aceptación social que siempre tuvo el guaraní sigue hasta hoy en día, incluso va creciendo últimamente por su uso en educación, medios de comunicación, y su reciente promulgación como lengua oficial del país. Sin embargo, siempre hubo y hay hasta ahora quienes -primero desde el poder colonial y luego desde los gobiernos independientes- pretendieron y hasta ahora pretenden denigrarlo y desplazarlo, usándolo solamente cuando se requiere la cooperación del pueblo, por ejemplo, en caso de guerra o en época de elecciones.
En los últimos cincuenta años, respecto al idioma guarani, el cambio de actitudes ha sido muy sensible a favor del avañe'ê. En efecto, en la actualidad la población paraguaya aprendió a valorar al Guarani pero ello se debe a la labor desarrollada por meritorias instituciones que se han dedicado a su promoción y difusión, así el Ateneo de Lengua y Cultura Guarani, el Instituto de Lingüística Guarani del Paraguay y la Licenciatura en Lengua Guarani de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción. También merecen ser recordados destacados guaraniólogos como Moisés Santiago Bertoni, Narciso R. Colmán, Juan Francisco Recalde, Reinaldo Julián Decoud Larrosa, León Cadogan, Dionisio González Torres, Almidio Aquino, Pedro Moliniers, David Galeano Olivera, Ida Genes, Sabino Giménez, Rudi Torga, José Valentín Ayala, Miguel Angel Yegros, Félix de Guarania, Modesto Romero Cueto, Carlos Ferreira Quiñónez, María Elvira Martínez de Campos, María Eva Mansfeld de Agüero, Jorge Antonio Amarilla, Ramón Silva y Lino Trinidad, entre otros.