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Durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco, hacia finales del siglo XIX, la fachada de la antigua Universidad fue reformada y a principios del siglo XX, se decretaron nuevas obras en la parte sudoeste para alojar otras dependencias. Sin embargo, pronto el edificio resultó insuficiente para el crecimiento que venía teniendo la Institución. Varias escuelas, incluyendo la de Medicina, estaban fuera del antiguo convento, dispersas en casas situadas en diversos puntos de la ciudad. El acelerado incremento en el número de la población estudiantil, el problema de la dispersión de sus dependencias y sus consecuencias en la fragmentación de su funcionamiento hicieron concretar finalmente, pese a las resistencias y fuertes criticas, la proposición de concentrar todas las dependencias universitarias en un nuevo y único recinto, situado hacia las afueras de Caracas. Se sustituye así a la Universidad latina localizada en el centro urbano, por el modelo del campus de las universidades anglosajonas, especialmente las estadounidenses, que concentran en una sola sede todas sus funciones. Más importante aún, la nueva sede universitaria supondría también la modernización de la institución misma. Las universidades que se crearon durante estos años en América Latina correspondieron a la idea de nuevos centros de estudios, científicos y democráticos, donde las actividades estuviesen concentradas y alejadas del bullicio y de la distracción de los centros urbanos.