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:: EDGARDO RIVERA MARTINEZ


Danzantes de la noche y de la muerte
La obra literaria de Edgardo Rivera Martínez (Jauja, 1933) es una de las más logradas expresiones de un mestizaje feliz, de la armoniosa conjunción entre las tradiciones culturales occidentales y andinas. Entre las características más distintivas de la narrativa del autor está el marcado aliento poético, tanto por lo trabajado del lenguaje como por el tipo de personajes y ambientes descritos. La crítica ya ha destacado las cualidades poéticas de la novela País de Jauja (1993), pero resultan aún más notorias en los cuentos de este autor, como se puede comprobar en Danzantes de la noche y de la muerte y otros relatos (Alfaguara, 2006) libro que reúne lo más reciente de la producción literaria de Rivera Martínez.La mayoría de estos once cuentos nos presentan a personajes solitarios, marginales al entorno en el que viven, y que encuentran –a veces sin buscarlo- un lugar más apropiado en algún tipo de mundo alternativo. En Una diadema de luciérnagas, el primer cuento, Elías es un orfebre limeño ya retirado, quien pasea todas las tardes por las riberas del río Rímac, cerca de la estación de Desamparados. Ahí descubre a un extraño personaje, al parecer un rey salido de un cuadro del siglo XVI, que usa la diadema del título y realiza incomprensibles rituales. Finalmente, Elías tiene que aceptar que no es sino una reencarnación de ese personaje y que debe continuar por el resto de su vida con esos rituales.Entre los mayores aciertos del relato están el buen manejo del ritmo narrativo, el empleo de términos deliberadamente anacrónicos y el desarrollar las acciones en el gris y neblinoso y centro de Lima. Así se crea la atmósfera apropiada para el desenlace fantástico. Igual de irreales e indeterminados son los universos hacia los que buscan evadirse los protagonistas de los cuentos Juan Simón y Ese joven que te habita. Una variante interesante se da cuando los protagonistas provienen de esos mundos irreales (y por lo tanto son más fantasmas que seres humanos) y está en Lima sólo de paso, como en Jezabel ante San Marcos y El enigma de los zapatos.Los mejores cuentos son aquellos en que el escape de los protagonistas forma parte de una búsqueda personal, un retorno a esas raíces –identidad, mitos y tradiciones- que en la narrativa de Rivera Martínez suelen estar relacionadas con lo andino. Eso es precisamente lo que sucede en El retorno de Eliseo y también en Danzantes de la noche y der la muerte, relato que remite al conocido Ángel de Ocongate (1986), pues cuenta la historia de un grupo de danzantes que recorren la sierra yendo de una fiesta patronal a otra. Pero en realidad se trata de un grupo de fantasmas que no pueden dejar de preguntarse “¿A que se debe esta merced de la muerte que nos permite retornar a la vida para bailar esta danza?”En el extremo opuesto se encuentran los relatos en que los mundos alternos están marcados por el simple exotismo (Ariadna, Juan Simón), por un idealismo demasiado esquemático y elemental (Ese joven que te habita); o ambos, como en Mi amigo Odysseus. Pero incluso en estos casos, la excelente prosa, el oficio y el riguroso trabajo literario, logran que los cuentos mantengan un cierto nivel de calidad y resulten de interés para los lectores. Danzantes de la noche y de la muerte es un buen libro que continúa la línea narrativa de Ciudad de fuego (2000) y reafirma a Edgardo Rivera Martínez como uno de los más importantes escritores peruanos de la actualidad.